¿Wallada?

al-Ándalus

Wallada

bint al-Mustakfi

Wallada bint al-Mustakfi, en árabe ولادة بنت المستكفي (Córdoba, entre 994 y 1010 – 26 de marzo de 1091) fue una poetisa andalusí, hija de Muhammad al-Mustakfi, del efímero undécimo califa de Córdoba.

Princesa y poeta andalusí

POR ALÁ, QUE MEREZCO CUALQUIER GRANDEZA

Su vida

Wallada bint al-Mustakfi nació en la cuna del califato de Córdoba (España) en un momento de decadencia del territorio árabe de Al-Ándalus. Hija de Muhammad al-Mustakfi, quien se convertiría en el undécimo califa de Córdoba, y de la esclava cristiana Amin’am.

Tras el esplendor de la carrera política de Almanzor, un importante comandante del ejército andalusí y consejero de la madre del califa, lo cual conllevaba que tuviera una enorme influencia en las decisiones del califato, este se sume en un periodo de guerras civiles por conflictos en la sucesión del poder y todo tipo de intrigas palaciegas, desencadenadas tras la muerte del hijo de Almanzor, al-Muzzaar. Su padre Muhámmad III al-Mustakfí, que accedió al poder el 11 de enero de 1024 al asesinar al anterior califa Abderramán V. Debido a la turbulenta situación del califato ostentó el título de princesa por poco tiempo, pues, su padre murió en menos dos años después también asesinado en Uclés (también existe la hipótesis de envenenamiento).

Wallada tuvo la suerte de que su padre no tuviera descendencia masculina, lo que le dio la oportunidad, en el momento de morir el califa en 1025, de cobrar la herencia y alejarse definitivamente de la realeza. Ella continuaba soltera y se independizó de toda tutela masculina gracias a la herencia de su padre y abrió un palacio y salón literario en donde se dedicó a enseñar poesía y canto a chicas de buena familia e incluso a esclavas. Entre sus alumnas destacó Muhya bint al-Tayyani, una joven de condición muy humilde (hija de un vendedor de higos) a la que acogió en su casa y quien terminó denigrando a Wallada en crueles sátiras.

A su salón también acudían los poetas y literatos de su tiempo, junto a personajes jurídicos prestigiosos que se admiraban de su genio y belleza. Entre sus cualidades se destacaban atributos físicos como el de una belleza de cabello rubio-pelirrojo, piel clara y ojos azules, además de ser inteligente, culta y orgullosa. El andar por la calle sin velo y sus versos bordados en los hombros de sus vestidos son ejemplos que atestiguan su personalidad altiva. Se la describe como coqueta y libertina según varias fuentes:

Por Alá, que merezco cualquier grandeza

y sigo con orgullo mi camino

Doy gustosa a mi amante mi mejilla

y doy mis besos para quien los quiera

En el ámbito de la poesía eran vistos como actos polémicos el terminar poemas que no eran de su autoría y tener batallas de versos en fiestas con hombres reclamando la misma posición — allí conoció a su enamorado más recordado—. La gran pasión de su vida fue el poeta Ibn Zaydún o Abenzaidún, con el que mantuvo una relación secreta, dada la vinculación del poeta con los Banu Yahwar, linaje rival de los Omeyas al que ella pertenecía, por lo cual debía andarse con cuidado por Córdoba. Sobre esta relación giran ocho de los nueve poemas que de ella se conservan. Supuestamente relación se rompió por el amorío de Ibn Zaydún con una esclava negra de Wallada, lo que puede ser cierto, pero también responde a un tópico de la poesía de la época. El poeta le dedicó feroces sátiras tras la ruptura.

Aunque criticada por su estilo de vida, Wallada era también admirada y defendida por muchos, ya que nunca dejó extinguir su fortuna y tampoco se casó. Al caer el régimen de los califas y pasar a los reinos de taifas, fue amparada por dos supuestos amantes, el escritor Ibn Hazm, autor de El collar de la paloma, y el visir Ibn Abdus, su eterno enamorado que, al parecer, permaneció a su lado y la protegió hasta su muerte, cuando ya era octogenaria.

Wallada murió el 26 de marzo de 1091, el mismo día que los almorávides entraron en Córdoba.